La realización de un spot para una ONG presupone varias apreciaciones especificas, tanto en lo cinematográfico como en lo narrativo, lo presupuestario y en la manera de trabajar el mensaje. Desde los recursos dramático-emotivos, dos de los ejes mas utilizados, hasta el humor o cualquiera de los caminos menos explorados, debemos saber que la forma de dirigirnos a nuestro espectador tiene algunas similitudes con el público general, aunque el hecho de comunicar un “algo que pide” nos obliga a tomar ciertas consideraciones.
Tenemos que ser claros, tocar la fibra íntima, movilizar a ese espectador a que se ubique en ese costado filantrópico, que no resulta a priori, un “algo u hecho” que él precisa. No es un shampoo, no es un yogur, no es un auto. Es la naturaleza, es la gente, son los animales y muchos de ellos quedan, viven (o mueren) a miles de kilómetros de la burguesa posición en la que encontramos al público. Por lo tanto, y presuponiendo que la ONG use sus pocos recursos económicos en comunicar una acción específica, sugiero siempre, por más simple y modesta que sea la pieza, profesionalizar los aspectos cinematográficos como la fotografía, la calidad fílmica, el sonido, el casting.
Si algo he visto y frecuentado en los largos años que llevo realizando este tipo de spots, es que no siempre se aprecian y se valorizan estos factores técnicos que son ni más ni menos parte de la médula espinal en la construcción de ese valor. Junto con Marcelo Iñarra hemos hecho muchos de estos trabajos que nos permitieron aprender de un segmento muy especifico. Sin grandes producciones, pero con esa forma de “sensibilizar” que es vital en una realización audiovisual, hemos alcanzado muchos de los objetivos trazados.
El cine, entendido como un flujo espacio-tiempo, precisa un factor externo (llámase factura técnica) y otro interno (llámase “lo narrado”) como dos planos que se unen entre sí. Ellos deben tener la cinética necesaria para sostenerse de corte a corte (por cinética entendemos la energía intangible que une cada uno de esos microcosmos llamados «planos»). La fuerza del relato es lo que lo sostiene. Si no fuera así, no funcionarían los planos largos en algunos filmes (llamados «planos secuencia»). Y es justamente en esa cinética, como algo cercano al tiempo presente, único y visible emocionalmente que lo acerca al teatro, donde la cámara se comporta como un elemento de captación, que reemplaza al espectador. Como no podemos transformar la manera en que debemos mirar esa dinámica impuesta por el director y el montaje, sólo la cinética, el mensaje y el profesionalismo serán las claves para producir un workflow eficiente, sin importar el medio al que vaya.