Ariel Ber: «Lo contrario del cambio es el cementerio… o el congelador.»

scrumAriel Ber (@berariel) no se apura, no corre ni vuela; no levanta la voz y no teme decir “Me equivoqué, cambiemos esto”. Lo escuchamos en el Festival de AEDROS y nos convenció de que existe otra manera de trabajar.

Desde hace varios años se dedica a la consultoría para empresas en la aplicación de Scrum, una metodología ágil que invita a hacer más y postergar menos, y a funcionar como un equipo eficiente.

Hoy trabajás con empresas, pero tuviste una etapa fundraiser en tus inicios…

Sí, desde que era adolescente. A los 15 hice un curso de “liderazgo” y empecé con esto de coordinar grupos. A los 17 entré en la Hanoar Hatzioni (Juventud Sionista) y ahí manejaba presupuestos, generaba fondos para el campamento, coordinaba las acciones de fundraising (la venta de rifas, los bailes, la gestión de los subsidios). Tenía que reunirme con adultos, mandaba cartas. Me fogueé bastante.

A los 19 años empecé a trabajar en Akim, un centro social muy chiquito y con poquísimos recursos, que trabajaba con personas con discapacidad mental. Ahí fui coordinador, acompañaba a los que manejaban los grupos, les daba apoyo personal. Simultáneamente estudié sociología, pero no terminé.

A los 22 me nombraron director de Akim y pude desplegar todas mis ideas.

¿Qué tipo de ideas?

El cambio para mejorar. Una de las primeras cosas que hice como director fue cambiar el lugar en el que teníamos las reuniones: era un espacio muerto, con mala energía. También saqué miles de fotos de lo que hacíamos, porque era un trabajo muy bueno y poco conocido, y esas fotos fueron mis cartas de presentación en reuniones para conseguir fondos. Teníamos un grupo lindo, te daban ganas de pertenecer.

En esos ocho años me dediqué al desarrollo de fondos, conseguí en préstamo lugares para funcionar durante la semana, un club para los domingos, lugares para vacaciones y campamentos.

Gestioné dinero y especies y, sobre todo, me propuse generar relaciones con otras organizaciones, primero dentro de la comunidad, y luego de otras partes. Conseguimos una murga, bailarines, cantantes, un equipo de fútbol, obras de teatro, grupos que quisiesen compartir una tarde con nosotros. La organización era chica, la rotación de voluntarios era grande y había que mantener la llama encendida, renovar la energía todos los días. Con estos eventos cambiábamos el aire, y a la vez difundíamos nuestra causa y sensibilizábamos.

En esos años sumé horas de vuelo dando talleres de capacitación y sensibilización en discapacidad.

Y luego… Scrum. Danos cinco consejos para aplicar a una organización.

Sí, después vino Scrum. Es una metodología que agiliza procesos, y quita excusas del camino. Si tuviera que decirte cinco ideas empezaría por estas:

Dejar de empezar y empezar a terminar. Solemos abrir temas y no terminarlos, marcar mails como “no leídos”, hacer reuniones para “ir avanzando”… y nunca cerramos nada. Se gana tiempo y se ahorra dinero al priorizar, poner foco, planificar… y dar por finalizados los proyectos, y por leídos y contestados los mails.

No tallar el plan en piedra. Es bueno tener un plan, pero no hace falta tatuárselo. Mejor estar abiertos a planes emergentes, adaptativos, dinámicos, modificar sobre la marcha.

Generar espacios para hablar más y mejor. Hay que darle una oportunidad al cambio y a la mejora… en la sala de reuniones, y no sólo en los pasillos, los viajes o la mesa de casa. Esos temas tienen que ser parte de la agenda.

Instalar el virus de la mejora continua. Que todas esas buenas ideas no queden en una catarsis, sino que se hagan realidad, con plazos y personas que los lleven adelante. Lo contrario del cambio es el cementerio. O el freezer. ¡Y no olvidarse de festejar cada mejora!

Ser equipo. Tenemos que erradicar la idea del héroe solitario, la compulsión de ser uno el que tiene que meter el gol y en el último minuto, porque si no, no lo festeja. Un equipo no puede depender de una o dos personas híper especializadas, porque eso pone en riesgo a todo el grupo (y una presión excesiva en ellos).

Gracias, Ariel. Y ustedes, lectores, ¿qué idea piensan poner en marcha hoy mismo en su organización?

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