Me gustaría destacar lo difícil que puede ser romper nuestras propias barreras, para moverse de la zona de confort, seguir haciendo lo mismo y no salir de la oficina, de nuestras cuatro paredes, para ver que existen otras formas de recaudar fondos.

Si bien la pandemia nos sacudió a todos por lo que significó y nos obligó a reinventarnos. La innovación en el área del fundraising llegó para quedarse. En definitiva, si no nos atrevemos a cruzar el puente del miedo, seguiremos sufriendo las consecuencias de no ser sostenibles y depender siempre económicamente de otros.

¿Cómo dejar de hacer siempre lo mismo y animarnos a cambiar?

Las respuestas no están en las mejores estrategias de marketing ni en aplicar a múltiples convocatorias. La mayoría de las veces la riqueza que buscamos está en la capacidad para innovar que posee la propia organización. Preguntar y tomar en cuenta las opiniones e ideas de otras áreas, puede ser una llave al éxito. La clave es mirar hacia el interior, ver en qué nos diferenciamos, qué imprime valor a lo que hacemos, comunicarlo de formas diferentes; mostrarlo en donde no lo hemos hecho y convertir esta difusión en un producto empaquetado y novedoso, dirigido a quienes son o pueden ser afines a nuestra causa y, por lo tanto, donantes y aliados potenciales.

Es necesario salir, moverse, buscar, abandonar por un momento el escritorio, el espacio de trabajo. Innovar no es romperse la cabeza sobre hacer algo original que nadie más ha hecho, sino más bien, analizar cuáles son las cosas que no nos hemos atrevido a hacer…. allí estará la clave. Una vez que sintamos que nos apasiona hacer algo y que significa un desafío ¡Es ahí! ¡Porque ya habremos comenzado a debilitar la barrera de lamentarnos por hacer siempre lo mismo!

El caso de Junax, una organización que rompió con su paradigma

Para quedarnos con las ideas más claras sobre cómo se traduce salir de la zona de confort para buscar opciones innovadoras para fortalecer a las organizaciones y explorar otros caminos que nos parecen imposibles, me gustaría mencionar un ejemplo del cual he sido testigo y que tuvo los resultados que se esperaban:

Una organización de voluntarios, Junax con sede en San Cristóbal de Las Casas; que se mantuvo durante toda su historia (casi 20 años) de las donaciones provenientes de la estancia de cada  voluntario/a que se hospedaba en la casa, se daba de una manera automática. sin un esfuerzo extra. Era urgente pensar en otras opciones de financiamiento, pero las situaciones son cíclicas, por lo tanto, la llegada de personas a la casa disminuye y aumenta por temporadas.

Se pensó en hacer algo diferente: una campaña de crowdfunding, impulsada en redes sociales, rompiendo todos los paradigmas que la institución tenía, porque no confiaba, ni se basaba en esta tendencia digital.

El reto que supuso “modernizarse” fue mayúsculo. Pero al lanzar la campaña, toda la solidaridad internacional y el volver a conectar con voluntarios/as extranjeros, que habían pisado esta casa; fue una transformación positiva, porque se afianzó esta comunidad que ya existía, pero no estaba atendida.

Este canal pasó a ser una herramienta que ayudó a crear otras campañas de emergencia para seguir sosteniendo la casa. Comprobamos una vez más, que cruzar las barreras del miedo, propias y ajenas; nos traerá experiencias positivas y nos sacuden para seguir superándonos como organización, pensado y buscando opciones diferentes.

Esta nota se enmarca en la sección editorial de Autoras Red de Mujeres en Fundraising.

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