Después, cuando ya se hizo un esfuerzo por construir una imagen de marca sólida y coherente, que comunique lo que hace la organización -ni más ni menos que eso, sin prometer cosas imposible-, sobre esa base hacer acciones puntuales pero permanentes de captación de socios, apuntando siempre a compromisos sostenidos en el tiempo, es decir donaciones mensualizadas. Desde un principio nuestra estrategia fue captar socios -llamamos socios a los donantes mensualizados- para construir lo que en MSF llamamos la base social. Sobre ese suelo sólido luego puedes construir lo que quieras para arriba, grandes donantes, empresas, legados….
Bueno, esa es exactamente otra de las grandes lecciones que me está dejando esta experiencia. Yo lo sabía en la teoría, pero hasta ahora nunca lo había visto en forma tan contundente y clara: no se puede generar dinero sobre la base de la alquimia. Hay un principio económico básico de cualquier proyecto y las ONG no están exceptuadas, y es que para generar recursos, hay que invertir. La buena noticia es que siguiendo el librito, esa inversión vuelve. Es el famoso ROI (Retorno sobre inversión según sus siglas en inglés), moneda corriente en el mundo comercial. Y eso es lo que muchas, muchísimas ONG en este país no entienden. Ven la inversión como gasto y la vetan. Cuando creamos el programa de Fundraising en MSF Argentina se sabía que íbamos a tardar 2 o más años en recuperar la inversión, pero ya ves, con una estrategia sólida, metodología, un buen equipo de profesionales -tener buenos profesionales comprometidos es clave- y un activo programa de fidelización o cuidado de los socios, es una bola de nieve. Cada mes sumas nuevos socios a los que vienen de antes, y se genera lo que yo llamo inercia financiera: un flujo de fondos que no se puede parar de un día para otro. Es sólo es posible con una base amplia de donantes mensualizados como punto de partida.
Que empiecen por construir su base social. ¿Y cómo hacen eso? El famoso diagrama de los círculos concéntricos que solemos ver en las capacitaciones, que muestra los diferentes públicos de una ONG, donde los fundadores o la Comisión Directiva están en el centro, luego el staff o voluntarios, luego los amigos o contactos del staff o voluntarios, y así hacia afuera, hasta llegar al círculo de más afuera, que es el público general, el tan deseado e «impenetrable» público general… Mi recomendación sería armar un buen proyecto destinado construir una base social, que plantee la necesidad de hacer visible la organización, así como toda la infraestructura necesaria para tener donantes regulares, base de datos, débitos automáticos con tarjetas, y una buena inversión en comunicación destinada a la captación de fondos, con objetivos y resultados esperados. Con ese proyecto en carpeta, valorizar cuánto costaría llevarlo a cabo, tener en cuenta que puede ser un proyecto a varios años, y salir a «vender» eso al público más cercano -miembros de la Comisión Directiva, amigos y familiares directos- con el argumento de que «si me das plata para esto ahora, me estarás dando plata para que nunca más tenga que pedirte plata». Es básicamente pedir plata para llegar hasta la gallina de los huevos de oro. Sin eso la ONG, y he visto decenas de ONGs en esa situación, se pasan la vida tratando de mantener la cabeza afuera del agua, y cuando uno está luchando para no ahogarse no puede pensar en su misión, visión, plan estratégico, y proyectos.
Yo parto de la premisa de que la gente no sólo quiere y puede ayudar, sino que necesita hacerlo, y en ese sentido también es responsabilidad de las ONG ayudarlos a satisfacer esa necesidad. Ante la inmensidad de los problemas sociales que hay, la gente se paraliza y no sabe por dónde empezar, y lo que es peor: a veces piensan que su aporte es tan ínfimo que hasta les da vergüenza donar sumas bajas. Cuando uno desde la ONG hace explícito un valor, no sabes la tranquilidad y el alivio que traes al público. Por eso en el mundo entero está demostrado que textos como «con $1 por día podremos dar un plato de comida a un chico en el comedor Sonrisas Felices» son mucho, muchísimo más efectivos que los tímidos, pero lamentablemente muy frecuentes «necesitamos una mano» que obligan al donante a deducir que con $1 por día, menos de lo que cuesta un viaje en colectivo, puede hacer una diferencia en la vida de alguien. En la mayoría de los casos no llegan a esas conclusiones, y siguen de largo frente a nosotros. A muchas ONG les da vergüenza manchar una hermosa pieza de comunicación con un signo «pesos», o un número, como si fuera un combo. Pero vuelvo al origen de tu pregunta: si queremos dar un buen servicio a nuestros beneficiaros finales, tenemos que generar recursos frescos y genuinos, y para eso tenemos que tener muchos donantes regulares, y para eso tenemos que verlos también como beneficiarios a ellos, y ayudarlos a ayudar. (Risas) Me río porque creo que la mitad de las ONG en este país alguna vez usó la frase «ayudanos a ayudar» y creo que la fórmula que funciona no es esa sino… «nosotros podemos ayudarte a ayudar».