La Real Academia Española define dádiva como «cosa que se consigue gratuitamente» o «acción de dar gratuitamente«. En el sector social se habla en Iberoamérica, hace más de 25 años, sobre la profesionalización del tercer sector. Veamos cómo juegan estos conceptos -eficacia, eficiencia y visión disruptiva- y la dádiva.
Un gran salto en la profesionalización fue dado por hacer un «copiar y pegar» del modelo de gestión de las grandes corporaciones, enfocando los objetivos hacia el culto a la eficacia de los procedimientos y protocolos; logrando a fin de año cumplir los objetivos del plan trazado doce meses antes siguiendo una lógica productiva de la era industrial, por más que no fuera del todo «eficiente» para la causa. Veamos esto en un ejemplo práctico: hacer un plan para conseguir fondos y reforestar 5 hectáreas de un bosque incendiado de 10.000 hectáreas y lograrlo es… eficaz. Pero no eficiente para proteger la biodiversidad y detener el cambio climático. Podríamos hacer un plan eficiente y entonces plantear reforestar las 9.995 hectáreas restantes, y ahí seríamos eficientes en este modelo. Obviamente es mucho mejor para la causa medioambiental. Pero… ¿es suficiente? No.
La biodiversidad y el cambio climático no se solucionarán por sólo reforestar las 10.000 hectáreas. Los cambios de políticas públicas y privadas junto con los comportamientos culturales, políticos y espirituales de nosotros, los humanos, tienen que ir en otra dirección para solucionar la convivencia con otras especies en nuestro planeta.
Y aquí es donde el lector se plantea: «Y… no hay forma. No se llega nunca a los objetivos.»
Luego de 30 años en el sector social, es parte de mi debate interior. La búsqueda de la utopía es para mí el camino del sector social. Sabemos que no vamos a llegar a la meta pero, como decía Eduardo Galeano ,»la utopía es como el horizonte que nos hace caminar hacia adelante». Ser eficaz y eficiente en un sector que busca el cambio en la sociedad traiciona muchas veces la esencia del propio sector. Es un sector que nace rebelde y que el sistema, con el pasar de las décadas, va «domesticando». Es un sector nacido de la mano de los visionarios que quieren cambiar al mundo y que se encuentran con un sistema que a los sueños les asigna un casillero: X343. Sueños de cambios.
Street art por Boxi
¿Cómo se hace para escalar los sueños?
La utopía es para mí la visión disruptiva. Es la búsqueda permanente para encontrar nuevos caminos para alcanzar los objetivos. Esta visión tiene que ser flexible y evolucionar.
Aquí entra la «dádiva». Pongamos a España en el contexto de este análisis como un Norte de las ONGs de Latinoamérica. España está varios pasos adelante en la profesionalización del fundraising, si tomamos una de las variables que marcan la madurez de un mercado. Esta es la proporción en el porcentaje del financiamiento de las ONGs desde la fuentes de donantes individuales. Por ejemplo en los Estados Unidos de Norteamérica, según la entidad investigadora de filantropía «Giving USA», el 72% de la donaciones provienen de personas comunes que hace aportes individuales.
En una reciente entrevista que realicé a Carmen Gayo, Vicepresidenta de la Asociación Española de Fundraising ella plantea que el mercado español cuenta que «sólo» el 19 % de los ciudadanos es socio o donante de alguna organización social, y menciona de manera optimista la posibilidad de gran crecimiento que tiene por delante. Latinoamérica está bastante detrás. Son muy escasas o poco actualizadas las estadísticas disponibles, pero según los indicadores las fuentes de financiamiento donde la ONGs buscan sus fondos son las empresas y los gobiernos. Una práctica que por sus bajos costos es percibida casi como gratuita -una dádiva encubierta-.
Y acá es donde la «dádiva», el acto de conseguir gratuitamente bienes o servicios –sin tomar esta definición de manera peyorativa y ni religiosa- pone el techo muy bajo en un sector donde hay que soñar alto, donde se necesita salirse del modelo de eficiencia y pensar con horizontes de cambio más ambiciosos, más radicales, de visiones disruptivas. Las donaciones de individuos multiplican los ingresos posibles de manera exponencial en las organizaciones. Se hacen más representativas y democráticas. Y más aún hoy, de la mano de los medios digitales. La gestión de estos programas es mucho más técnica y necesita una inversión sostenida… frente al desarrollo de fondos de empresas o gobiernos donde sucede lo opuesto -poca inversión, alto retorno, techo de crecimiento limitado-.
Desde el Club de Fundraising apostamos a colaborar para dar este paso tan crítico con las casi 300 notas que hemos publicado en en este año y nueve meses de existencia.
¿Quién se anima a romper el ciclo de la dádiva con donantes individuales?
Marcelo Iñarra Iraegui
Es el director del Club de Fundraising y CEO de www.marceloiniarra.com