De algún modo, la simpatía y empatía parecen conceptos entrelazados. Aunque no sean excluyentes entre sí, son dos habilidades muy distintas. Si bien ambas son necesarias para establecer relaciones positivas entre individuos y comunidades, la conexión que se consigue con una y otra es muy diferente.

¿Qué es la simpatía?

Es probable que muchas de nuestras relaciones empiezan con interacciones simpáticas entre individuos. “Que difícil tu problema”, “que bien hiciste esto”, “que mal que te pasó aquello” son frases que buscan generar simpatía. Sin embargo, si esto queda a este nivel, el resultado es una relación superficial, que busca afirmación y se enfoca en minimizar las emociones en pro de una convivencia sin conflicto..

En palabras de Howard Gardner, psicólogo americano, “la simpatía es sentir compasión o pena por alguien más”.^[1] Sin embargo, la simpatía no logra ir más allá. La simpatía por sí misma no alcanza para que una persona sea movida a la acción, pieza fundamental para el soporte financiero o el voluntariado en las organizaciones sin fines de lucro.

¿Qué es la empatía?

Según la web Divulgación Dinámica, la empatía se puede definir como “una competencia clave de la inteligencia emocional que se pone de manifiesto a la hora de comunicarnos y relacionarnos con los demás.”^[1] Muchas veces, se entiende como la capacidad de ver a través de los ojos de otros, o “ponerse en sus zapatos”. Es decir, es sentir desde un espacio que no juzga, sino que busca comprender y abrazar la emocionalidad. “Te escucho y estoy aquí para apoyarte”, “puedo hacer algo por alguien más”, es el tipo de respuesta queremos motivar en el lector.

Con esto, la empatía nos lleva a relaciones profundas, donde podemos conectar con los retos que, aunque no nos afectan personalmente, sí ponen de manifiesto las dificultades que enfrentan las comunidades a las que pertenecemos y nos muestran las vulnerabilidades que no podemos desatender.

Simpatía y empatía en la donación individual

Gran parte de las comunicaciones que se enfocan en la simpatía, no logran motivar al potencial donador a ir más allá. Aquí es donde entra en juego la empatía, la habilidad de dar el paso adicional para juntos proveer una solución al problema.

Mensajes donde se pone a la organización como el centro caen del lado de la simpatía. “Ayude a nuestra organización” solo genera que un potencial identifique el tipo de trabajo que se realiza, y aunque lo considere importante y recuerde el nombre de la organización por algunos minutos, este mensaje difícilmente dejará una impresión memorable en la persona.

En cambio, cuando apelamos a la empatía del espectador, encontramos una conexión emocional significativa. “Personas como tú, que quieren un mundo mejor, ya están haciendo algo. Tú puedes unirte a ellas”. Cuando establecemos un puente entre la acción y la emoción, se consolida una experiencia, que es lo que buscamos.

La donación debe ser entendida como una experiencia emocional en favor de otro, es compartir lo que tengo y siento. Cuando conversamos con nuestros potenciales seguidores, y no solo los encaramos, se puede crear una situación en donde la persona se muestre mucho más abierta. Por ejemplo, es más significativo y memorable cuando una persona que fue beneficiada por alguno de nuestros programas describe su situación antes y después del apoyo, que solo el mensaje de uno de nuestros voceros.

No es extraño que las mejores tasas de apertura y conversión de mensajes son aquellos que se dirigen a la persona como un agente de cambio. En conclusión, es nuestra responsabilidad transmitir los mensajes de nuestras causas de una manera que genere empatía, es decir, una conexión que se siente entre los potenciales seguidores o donantes y la causa que representamos.

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^[1] “Diferencia entre empatía y simpatía” https://divulgaciondinamica.es/diferencia-entre-empatia-y-simpatia/

^[1]“Diferencia entre empatía y simpatía” https://educayaprende.com/diferencia-entre-empatia-y-simpatia/